La sabiduría (intuición) femenina de la vida: cortesía y disciplina

Al adentrarnos en la lectura corroboramos que el narrador es un ser en constante confrontación con todo lo que vive: las relaciones con el entorno y con quienes lo circundan definen un escenario propicio para madurar y transformar sus deseos, búsquedas y expectativas; convirtiéndolos en materia apta para su oficio de escritor.

Una de sus empresas como creador complicada y peligrosa era la de conocer a alguien con resultados pobres muchas veces. El conocer sobre la vida en general; fue una de las facetas importantes, para él, así como saber sobre los hombres que lo impulsaron a descubrir a la actriz quien era experta en las lides que también a él le seducían y que le proveían los elementos para conocer de cerca la intuición femenina, faceta que despierta en los hombres orgullo cuando la reconocen mínimamente.

Esta mujer despertó en él toda serie de admiraciones: por poseer una alegría vital, por su humildad y su exigencia, por ser culta y tierna, por su cortesía, por  tener claro que a través de la decisión y la crueldad se puede acceder a la libertad; por su irreverencia, por su jovialidad y autenticidad; por su recato, por su exquisitez y “tino” para elegir a quienes la rodeaban; por ser generosa y cómplice; por su madurez, por su calma en la observación de quienes compartían momentos de amistad en los que se revelaban “las pequeñas variaciones físicas”, por su poder  de observación que reparaba en lo que comían y en toda su gestualidad;  por la confianza con la que asumió la amistad con él; por su sinceridad que sirvió de bastión para la intimidad que caracterizaba esa relación, por la indiferencia y complicidad para desnudarse en su presencia como rasgos esenciales de su profesión; también, por conocer un secreto importante: saber estar sola. Por propiciar que en su compañía fuera tan bien educado y dócil como no lo había sido ni antes, ni con otra mujer; por dejarlo gozar de su compañía, por permitirle estar solitario y silencioso en su habitación observándola en el discurrir de su cotidianidad; por no pedirle nada y estar a su disposición, por brindarle a toda hora su tiempo y su ayuda de noble dama; por respetar sus estados de spleen, y por enseñarle la belleza de Berlín y la opción de pasarla bien en cualquier sitio.

Ella hacía de la soledad un arte el cual dominaba.  Todo ello, la convertía en un ser único    parecía vivir como en una concha protectora  muy admirable para quienes la deseaban.

Cuando cada uno de esos secretos fueron conocidos por el narrador, la actriz le resultó más excitante, que la propia desnudez física. Pareciera que poco a poco descubría en ella la verdadera esencia de la mujer que admiraba.

Otros temas sugeridos:

  1. El escritor es un ser solitario
  2. Vivir en soledad. El gran secreto
  3. Las paradojas de los alemanes
  4. El soleen de Berlín
  5. Orden y desorden interior y exterior

El año de maduración en Frankfurt

El capítulo termina con la despedida de un año en el que el narrador experimenta ciertos cambios que determinarán sus relaciones, su oficio y en definitiva su relación con el mundo.

El autor viene trazando una especie de “trayectoria narrativa” que va dando cuenta de cierto hastío o tal vez indiferencia; que se anuncia cuando éste no percibe ningún sentimiento particular; ni de aversión, ni de asombro, frente a la relación sado-masoquista de su vecino, el sastre jorobado y su esposa, de la cual le llegan los ecos impúdicos de su primera noche juntos.  Esta bizarra situación, que él define como algo “natural, normal y humano” sólo le merece una reflexión sobre sí mismo, sobre su propia actitud, que atribuye a un estado de ánimo.

Luego vendrá la descripción de situaciones vividas con los más pintorescos y conmovedores personajes con los que se encuentra durante este año vivido Frankfurt: primero está la señora Gudula, su distinguida dinastía de los Rothschild, y otras personas ricas de la ciudad; atractores y benefactores de peregrinos, vagabundos y aventureros, personas para las que carecía de importancia la profesión, la ideología, el trabajo… y con las que él advertía algo así como una identificación, pues para ese momento no había nada que le interesara realmente, ni siquiera la escritura era un asunto serio para él.
Luego, su encuentro con Hanns Erich, le facilita el acceso a varios círculos intelectuales de la ciudad y sin proponérselo al Frankfurter Zeitung, que es en ese momento, uno de los periódicos más influyentes en Alemania y en el resto del mundo. Es importante resaltar aquí el carácter fortuito que el narrador confiere a este evento, del cual dice: “Como todo lo que de verdad importa en la vida, eso también me ocurrió sin que me lo propusiera… me desperté una mañana y empecé a vivir en unas condiciones diferentes de las anteriores”. No reconoce la voluntad como un motor de la vida. Su paso por el Frankfurter Zeitung, que duró muchos años, se dio de manera natural, gozaba de una gran libertad para expresar sus ideas.  Más tarde, esta actitud despreocupada empezó a contrastar con la toma de conciencia acerca del oficio de escritor: “Un día comprendí la responsabilidad que implica la palabra escrita, y entonces empecé a tener miedo”; dejó entonces de ser “todo oídos”, de decir lo que querían escuchar y al empezar a expresarse con una voz propia, su colaboración para aquel periódico termino.

La llegada a la ciudad de K y su amiga, la condesa austriaca, ambos dedicados a la traducción de textos, introdujo cierto desorden a su vida, que lo llevó a cambiarse primero de habitación, luego de piso, de edificio y finalmente de barrio. K estaba dedicado a trabajar duramente y a enviar cartas de agravio y desagravio a todas partes del mundo por “correo certificado”.

Pese a las dificultades con el carácter de K, de ellos aprendió además de la amistad, la disciplina, el esfuerzo y el ritmo de trabajo. Trabajaban mucho en lo que para el autor era una extraña ocupación: “un traductor es siempre un escritor frustrado, de la misma forma que un fotógrafo es un pintor perdido”. No obstante, era la condesa quién más lo impresionaba, tal vez por ser una mujer capaz de transgredir todos los órdenes de su vida: “lo que atraía y repelía a un tiempo era la luz que irradiaba aquella alma purificada por el dolor, el conocimiento y la pasión”. Era capaz de interactuar con toda clase de personas, en cualquier ambiente. Todos se sentían a gusto en su compañía.  Fue su amigo, el resto de la vida.

Una carta de K, puso fin a su convivencia: “se enfadó por algo y me envió una carta por correo certificado urgente desde el primer piso a mi habitación del segundo”. Poco tiempo después abandonaría la ciudad de Frankfurt: “Un día me desperté y me di cuenta de que el año que llevaba en Frankfurt había hecho madurar algo en mí”.

Esta maduración, que como ya se mencionó, no sucede inesperadamente,  se viene produciendo en su interior, como algo “orgánico”, hay una alusión directa al cuerpo cada vez que asoma la idea de la escritura: se sentía “débil para escribir”, el escritor como alguien con “una visión amplia”, una «visión distinta», la escritura como una “manera de comportarse”.  De otro lado, el narrador deja entrever un giro moral, hay una especie de compromiso ético que se manifiesta en la capacidad para desarrollar una manera propia de observar la realidad más allá de lo evidente.

Hasta que un día Frankfurt ya no tenía nada que ofrecerle, se le antojaba empalagosa, una ciudad en la que la vida es “irrealmente «interesante»; mis días transcurrían de una manera artificial, como si estuviera iluminado de forma permanente por rayos ultravioleta”. Lo único que deseaba era huir de allí, la ciudad le provoca “una intensa sensación de hartazgo por sus sabores demasiado dulzones”.

Otros temas propuestos fueron:

  • La escritura como una manera ética de comportarse
  • El miedo a la palabra escrita
  • Las cosas que determinan las relaciones con el oficio y con el mundo
  • El Frankfurter Zeitung
  • Me desperté una mañana y empecé a vivir en unas condiciones diferentes de las anteriores

El misterio de la vida: el gran reportaje que ha estado escribiendo lustro tras lustro

¡Ya creía, pero aún más diría que ahora creo!

E incluso cuando todo se enrarece, cuando todo se malogra,

en la grey de los creyentes persevero.

Goethe

Empecemos con algunas preguntas que suscita el tema en sí mismo. La primera parte del enunciado: El misterio de la vida, la vida es materia sospechosa dice también el narrador. Nos preguntamos ¿qué es lo sospechoso, dónde está el misterio? ,¿cualquier hecho de la vida es importante y sospechoso?

La segunda parte del enunciado: hablar de gran reportaje remite indiscutiblemente a preguntarse por el oficio del periodista. Aquél que está a la par del tiempo que vive, tal como el narrador lo pretende, y en esa medida estar presente o ser consciente de los hechos. Nos preguntamos, ¿qué clase de hechos, todos, algunos, cuáles?

El narrador como periodista trata de vivir intensamente, se interesa por lo que ve, por lo que atestigua, por la vida en general. En un primer momento pensamos que no sabe todavía muy bien que es lo importante pues al parecer sus artículos tratan diversos temas, temas sin conexión, sin lazo, todos los escritos animados por el pathos de la urgencia, del miedo y de la angustia, pathos que se constituye en el temple anímico que lo impulsa a la tarea de relatar, al oficio de periodista y escritor. Más adelante nos damos cuenta que los temas si tienen conexión y lógica, la de los hechos que muestran cómo se establecen lazos entre las personas, lo que une a la gente, las conexiones entre los fenómenos.

La época del narrador periodista es la época en la cual se constata “la fragilidad capilar de los fenómenos”, ante sus ojos se descomponía, se desvanecía esa cultura, de allí la urgencia de escribir, de escribir de la vida, de develar el misterio de la vida. Sin embargo, él no escribe como los naturalistas que describen la vida como si hablase la vida misma, aun no sabemos como quién, intuimos que como él, pero sabemos también que aun no tiene una voz propia, todavía escribe en alemán, no en su lengua, apenas está empezando a encontrar su tono, su camino, su silencio.

Más adelante, en la sesión del seminario otra lectura propone, de manera sugestiva, que podría pensarse el “misterio de la vida” como ese camino irrealizable, siempre en deseo, siempre por hacerse. Misterio como un qué y como un camino.

De Leipzig a Weimar. El encuentro con Goethe nos presenta otra dimensión del narrador: con Goethe él siente que está en su patria, por primera vez no se siente un paria. Goethe es el ser que lo acompaña y acompañará toda su vida, eso puede anticiparlo. Con él la relación es de diálogo, de confrontación, no de reverencia, autoridad o impotencia. En Weimar intentaba develar otro misterio, el secreto del genio.

Otros temas:

  • Buscar y encontrar por sí mismo lo necesario: la disciplina personal
  • Vivir en estado de urgencia
  • La vida es una materia sospechosa para el escritor
  • La falta de finalidad y el paso a la acción
  • La fragilidad capilar de los fenómenos
  • Ser escritor: entre esteticismo y naturalismo

Las naciones como personas

Abril 13 de 2010

No solo las naciones se tratan como personas ( adjudicándoles unos atributos y una manera de relacionarse) sino también las personas están determinadas por sus naciones de origen.

En el relato, el narrador, al entrar en contraste con otros contextos nacionales (Alemania y Francia) siente la necesidad de determinar la especificidad de su propia cultura nacional, tratando de averiguar un rasgo fundamental de su identidad. Al hacerlo, advierte que en tanto burgués húngaro se posiciona frente a la cultura alemana con cierta superioridad (en un contexto de posguerra después de la primera guerra mundial) y en cambio, con relación a la cultura francesa, se relaciona desde una posición inferior.

Lo anterior se explica en el mismo texto: esta sensación de inferioridad frente a lo francés se debe, según el autor, a que la burguesía húngara se definió a partir de la representación que se hacía de la burguesía francesa. “Nosotros– dice el narrador– en nuestra ciudad de las Tierras Altas, éramos burgueses a conciencia, nos esforzábamos como los niños de un colegio, intentábamos hacer nuestros deberes, nos imbuíamos de la cultura y de la civilización occidentales. En Nantes, la gente vivía su vida normal, dentro de una cotidianeidad establecida sin arrastrar ninguna ambición de clase social” (p. 234)

Lo anterior pone en evidencia cómo lo occidental se asimila  a lo francés y cómo ser burgués en ese momento consistía en seguir el derrotero de rituales, de maneras y de los gustos franceses y comportarse de acuerdo con esta representación. Tal vez porque fue Francia el modelo y el centro de producción simbólica –y en cierta medida sigue siéndolo– que las burguesías del mundo tienden a parerse. Pero en todas ellas, menos en la francesa, se tiene la sensación de estar siguiendo una lección.  Es por eso que al cruzar la frontera el narrador comienza a temblar con la sensación de que le ha llegado el momento de presentar una lección.

De acuerdo con Mari, “Las naciones como personas”, también puede entenderse en el libro desde la perspectiva de las relaciones interpersonales. Esta circunstancia queda descrita en el momento en que el narrador describe la distancia y el extrañamiento frente a la cultura extranjera, tanto en el ámbito privado como en el afectivo. En el privado, se nota cuando dice que al caminar por Francia, él no podría imaginarse lo que estaba pasando detrás de los muros, en cuanto a lo segundo reconoce que no logra una total aproximación con las mujeres extranjeras, con quienes dice, no puede tener una relación de intimidad porque la distancia nacional (él equipara aquí lo nacional y cultural a la lengua), los separa. Y es radical en este sentido al decir “El amor tan solo balbucea en una lengua que no sea la materna. Uno siempre sueña en su lengua materna sobre la persona amada.” ( p. 243)

Sin embargo, como ha quedado claro en los capítulos anteriores, el narrador necesita “temblar”. Y una forma de hacerlo es confrontarse con los otros ( otras naciones) para encontrase a sí mismo, contrastarse con lo extranjero, mirarse en perspectiva y vivir en un cierto límite que lo saque de su zona de comodidad.

Temas opcionados:

1. Las naciones como personas

2. Territorio y nación

3. Las diferentes burguesías

4. La juventud como irresponsabilidad o ensoñación poética

5. Fronteras de las culturas

6. El cruce de las fronteras

Temas escogidos: 1

El camino que conduce a sí mismo

El narrador huye, escapa, rompe con su familia por primera vez y de modo radical. Lo primero que quisiéramos saber es de qué modo se describe esta ruptura, cuál es su «fenomenología». Desde el comienzo resulta llamativo el lugar del cuál se huye, el «de dónde se va», que es aquello que queda mejor descrito, a falta de una idea precisa acerca de «adónde se va». Se trata de la mansión señorial, propiedad de su tío, adónde van a pasar las vacaciones de verano: es un ambiente de paz eterna y sólida riqueza. Un «bucólico idilio» que genera un sentimiento de irreal felicidad. En este ambiente, rodeado por esta atmósfera, el narrador comienza, sin embargo, a angustiarse. Presiente el peligro que se aproxima, aunque de un modo vago y confuso. La descripción de la angustia (crisis de angustia) tiene una «sintomatología» semejante a la descrita por Heidegger en «Ser y tiempo». Esa angustia tiene un especial carácter de apertura para quien la experimenta, le hace patente su «estar arrojado en el mundo».

En esta narración hay una especie de dificultad inherente que obliga al escritor a contarlo todo, sin hacer ningún tipo de filtrado. No sólo se detiene en la descripción de la mansión, sino que intenta también recrear la atmósfera, algo de orden afectivo, ligado al entorno. El esfuerzo se hace tan evidente para el propio escritor que en algún momento se detiene nos dice, como justificándose, que al contar incluso anécdotas aparentemente insiginificante pretende recrear el momento, volver a vivir la excitación de aquel entonces. Las anécdotas forman parte del ambiente, son necesarias para revivir una excitación pasada que “hace que ardan algunos momentos de la vida”. Pero lo cierto es que el momento mismo no se deja atrapar, exige rodeos, volver una y otra vez, pues de lo que se trata es de relatar los instantes que acompañan un cambio fundamental en la vida del narrador, los primeros momentos peligrosos y dramáticos de su vida. “Golpe”, “explosión”, “cataclismo”, “experiencia”, son palabras con las cuales designa el acontecimiento que parte en dos su vida. Designan el acontecimiento de la ruptura, del quiebre.

En ese movimiento de huida no se sabe adónde se va sino de dónde se va, «sin condiciones y con todas las consecuencias». Y en verdad, como bien señala Ana Cristina, hay una descripción pormenorizada del ambiente que rodea al narrador en aquel verano dramático. Una descripción de todas las excelencias que componen el lado soleado de la vida, los lujos, las comodidades, la belleza, la abundancia de la vida burguesa, el no tan discreto encanto de la burguesía. ¿Porqué? Quizás para acentuar todavía más el gesto de la ruptura, para mostrarlo en toda su radicalidad.

Así pues, se marcha, emprende la huida, y una vez se recupera del duro golpe, del espasmo muscular que lo deja tirado en el piso, comienza a arrastrarse a caminar y a correr, con una decisión, una seguridad y una tranquilidad que le eran desconocidas hasta ese momento. Nada aún más terrible podría ocurrirle, y esta idea lo tranquiliza y afianza su decisión. “Cuando la vida toma de verdad una dirección determinada todos los obstáculos desaparecen”.

Pero «en la vida -nos dice a renglón seguido- no suele ocurrir ‘cosas importantes'». Margarita recuerda el bello pasaje de Ecce Homo “Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad, los pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo”.

La disyuntiva: permanecer en el seno de la familia y sus variantes (clase, ideología, raza) o elegir el propio camino y de allí en adelante no contar sino consigo mismo.

Pero este movimiento, este cambio fundamental exige una especie de adiestramiento. El narrador tiene que acostumbrarse, pues no es algo que se produzca de una vez y para siempre, sino que es un acontecimiento que hay que repetir. No se es rebelde, se deviene rebelde, la rebeldía no es un estado sino un proceso vital. ¿A qué tiene que acostumbrarse? A la verdad. Y para hacerlo hay que empezar por decirla. Este es uno de los sentidos fuertes de las confesiones de un burgués, es un sentido vital, existencial, no moral. Esto quiere decir que la producción de la verdad no responde a una máxima moral, a un deber ser veraz, sino a una especie de necesidad fisiológica en un sentido mucho más básico y, si se quiere, ético: decirla para acostumbrarse a ella, para acostumbrar al propio sistema nervioso a vivir en una especie de equilibrio precario y de peligro constante. “Me gustaría decir la verdad. Estoy intentando acostumbrarme a la verdad. La verdad es que no puedo culpar a nadie ni por mi carácter ni por el curso de mi destino.”

Ser y no poder estar: ser un burgués y no poder estar en compañía de burgueses, no soportar por mucho tiempo la compañía de los burgueses. ¿De dónde proviene esta aversión a la clase, esta necesidad de alejarse de su familia y de su clase social. En dónde están las “causas”? Una hipótesis planteada por el narrador: tal vez viva dominado por la falta de raíces de una clase social en vías de extinción. Es la causa que podriamos denominar transindividual y transhistórica. El representa a un hombre entre otros que no pueden encontrar su lugar en la tierra.

Pero quizás haya otra causa, de un orden más propio, más íntimo, y que tiene que ver con su deseo de ser escritor. Nunca, en tanto que escritor, se ha planteado la felicidad como meta. Pero aquí felicidad es un término complejo, que reune significaciones dispares e incluso opuestas. No es la felicidad que está situada del lado soleado que le reserva la solidaridad de clase aquello a lo que apunta el narrador, aquello que busca. Pero puede pensarse que su vida no está tampoco desligada completamente de una aspiración a la felicidad. Esa felicidad que quizás él busque sigue otras modulaciones, exige otras vías que las predestinadas para su satisfacción.

Una condición es aprender a vivir de otro modo, conseguir que su sistema nervioso se acostumbre al peligro, que se habitúe a ese estado y que se imponga una disciplina acorde con él, una disciplina de artista, y en ello quizás “artificial”.

“Es una tarea difícil liberarse de las ataduras de la solidaridad con la propia clase social y atreverse a aceptar la felicidad en todas sus formas y manifestaciones.”

“Nada de lo verdaderamente atractivo de la vida tenía que ver con los ideales, y tampoco probablemente con los estados puros, sanos o excentos de peligro.” Esta afirmación quizás vale también para el narrador en tanto que artista, en tanto que creador, por la razón de que para poder escribir necesita renunciar a los ideales de pureza que se impuso en compañía de su amigo Dönyi, y ser capaz de concebir una obra con paja, improvisada e imperfecta.

En este punto es interesante mirar el contraste que la vida misma produce (como una especie de venganza contra el espíritu burgués) al poner una al lado de la otra la vida en la casa de propiedad, con su fuente, su chimenea y sus buenos modales, y el edificio de pisos de alquiler de al lado, en el que viven las alegres señoritas, entradas en carnes, provenientes de Galitzia. Personas que llevan una vida alegre, o en todo caso verdadera y libre.

¿Cuál es la función de Berci en la economía anímica, subjetiva, moral del narrador? Demostrarle que él es, a pesar de todo, un burgués, y que no puede no serlo, y que tiene que aceptarlo.

Otros temas propuestos:

• En la vida no suelen ocurrir “cosas importantes”.
• La rebeldía como proceso
• Dönyi
• Rastreando las decisiones fundamentales

El oscuro objeto del deseo

En este estadio el narrador esta condicionado por la pandilla en la cual él mismo se refugia a la edad de ocho años; lo que lo hace tomar distancia del vínculo familiar. Sometidos él y sus amigos al influjo de un jefe con un poder avasallante, sólo explicable como hechizo producido por un encantamiento opresor; similar a la fuerza natural que no les permitía cuestionar lo absurdo de esa relación. Pese a que hacía parte de una familia de estrictos controles, también sus amigos, acudían a la primera señal que aquel raro personaje les hacía, ahí sí, cumpliendo sus órdenes con una ciega disciplina con la cual se quebrantaban las leyes, abocados por la desobediencia.

El no oponer resistencia a las demandas del jefe y el dejarse llevar por una mezcla de sentimientos encontrados suscitaba una pregunta: “Existe y hasta qué punto es determinante un componente sexual en la voluntad y la determinación”. Asunto inquietante ya que no era meramente el juego el que servía de acicate para unir a la pandilla. Otro juego, un tanto extraño y aterrador e infinitamente placentero, algo más secreto, una cuestión profundamente personal, definía el rumbo de sus vidas.

A la falta inesperada del intruso o del líder del circo, le sucede la amistad con Elemér; por quien el narrador sentía un amor platónico y gran admiración por su belleza, también, porque despertaba en él lo primario, el goce del deseo, del amor ideal; sentimientos que no provocaban ningún efecto en el ídolo que junto con su amigo; Tihamér hicieron parte de los mitos de su infancia que como fantasmas surgieron a partir de sentimientos confusos como el amor.

“Pude ver la estructura de la vida”. Expresión que recoge de alguna manera experiencias que, en una mezcla de aspiraciones e instintos se conjugan y forman parte de la herencia familiar del narrador dando cuenta a la vez, de su clase social.

Podría decirse que no hay claridad de cuál es el objeto del deseo, sin embargo, puede rescatarse el goce del deseo, del amor como posibilidad de representar el ideal que se expresa a través de quienes ejercían un influjo sobre él. Bajo la conjugación de algunos contrarios que se suceden en las relaciones familiares; de amistad, con sus compañeros de colegio, maestros, y todos quienes hacían parte de su cotidianidad en la que se destacan aspectos como: la trasgresión, el sometimiento, la libertad, el domesticamiento.

Pone en un punto muy alto a quienes le causan fascinación y a quienes no; los caricaturiza como es el caso de la tía Heddy, quien da muestras de extrema torpeza en el aspecto pedagógico, en cambio, rescata con afinidad a los profesores que no se dejaban domesticar y pagaban un alto precio saliendo del sistema.

Otros temas sugeridos:

El empuje a la deserción

El juego del circo humano

Instinto vs. Aspiraciones

El amor al líder de la pandilla

La historia familiar: esa historia mundial en miniatura

En primer lugar se trata de dilucidar cuales son las épocas en las que la humanidad al carecer de un mito común, la historia familiar se convierte en fuente de inspiración particular al convertirse en una historia mundial en miniatura.

Advertimos que la historia familiar atraviesa todos los capítulos y en esta última se centra en la familia paterna, en cierto modo, presentada por el narrador con figuras míticas para el:  la tía Zsüli, la familia del tío Franz, el tío famoso jurista  innombrado de Pest, y la corte de la tía Mari: “la familia verdadera”.

Nos llama la atención la forma que elige el narrador para describirnos su familia paterna, casi siempre con un tono elogioso, destacando sus cualidades artísticas e intelectuales y su curiosa relación con el dinero un poco contrastante con el ideal burgués promedio de la época y región.  Además se hace imposible olvidar como hace diferencia con los relatos de su familia del lado materno, en la que reconoce inferioridad y por lo tanto narra su dificultad inicial para aproximarse, y como el tío Erno  lo llega a avergonzar tanto como para reconocer que existen dos mundos diferentes.  Pero además en su mirada a la familia materna reconoce la fuerza de sus antepasados en su propia identidad, su carácter, su fenotipo.

Se hace evidente la lucha de clases nuevamente desde la perspectiva de esa historia familiar, como antes había mencionado con la aseveración de que todo matrimonio era un mesalliance.  Indudablemente la visión del universo burgués se da desde adentro como un “zoom out” que nos permite identificar los diversos matices que tuvo la burguesía de la época.

Hay una nostalgia importante en la manera de presentarnos a sus familiares.  La tía Zsüli es presentada como la verdadera dama, de quien admira su independencia, su amor por lo intelectual, sus relaciones sociales y mundanas, su bohemia, su visión de la moda y añora su identidad como la mujer del siglo XIX en detrimento de las mujeres jóvenes del siglo XX, que no le dan la talla, considerando a Zsüli como la moderna.  Es pura admiración: “¡Querida, queridísima tía Zsüli! Una verdadera grande dame que hacía milagros con el poco dinero que tenía y que bailaba y flotaba a través de los años”

El tío jurista de Viena, sorprende por su erudición, un genio real, y además sin ambiciones de riqueza, ni fama, humilde pero tan grande que es reconocido por todos sus pares y alumnos y es capaz de no asistir a su homenaje, porque “no podía permitirse acortar su existencia con cosas así”.

La Corte de Mária, el club de las solteronas es presentada magistralmente estableciendo sorprendentes contactos con el surrealismo o el realismo mágico (no discutido por tratarse de análisis intratextual), y representan un grupo que resulta siendo el depositario de la memoria familiar, son artífices de la sobrevivencia del mito familiar y por ende función vital, fuente de inspiración y de arte.  Tribu, república femenina, convento laico, “Es comprensible que Gizella sintiera ganas de salir de aquel convento laico donde las mujeres y muchachas enmohecían, y donde ningún hombre se atrevía a entrar.”

Finalmente, el debate sobre el tema inicial, sobre aquel mito común  que falta en la humanidad de la época y que hace que la historia mundial en miniatura quede representada en la familia, se ocurren posibilidades como la época de paz pre o entre guerras, la época burguesa cargada de contradicciones en lo religioso, en lo humano.  La patria con muchas etnias, costumbres y tradiciones diferentes fusionadas en la historia Magiar, en el final la mismísima Burguesía.

Nuevamente nos advierte el narrador al final como al tomar distancia de ese temor frente a los individuos en la fase vital peligrosa del Estado burgués,  y que posiblemente en su tono pesimista intuye la tragedia.

“Era una familia complicada, con mucha ira y mucha abnegación, con pobres de espíritu y testarudos, con burgueses que, en los tiempos de mi infancia, ya habían llegado a la fase vital peligrosa, por conflictiva, del Estado burgués.  A ellos se los debo todo, y me ha constado mucho olvidar y aniquilar en mi esa herencia.

Quizá  no lo haya logrado completamente.”

Temas:

  1. Los valores de la Burguesía
  2. La función del arte en la vida del narrador
  3. Menosprecio del dinero en la familia más burguesa
  4. La Historia familiar: esa historia mundial en miniatura

La decisión de Dezsö

“El camino que conduce desde el mundo exterior hasta nosotros mismos es largo y sinuoso y está lleno de pasos dados en direcciones contrapuestas cuyo significado e importancia sólo reconocemos con el tiempo»

Dezsö, el tío que decide dejar el estudio de las humanidades para convertirse en carnicero, fue el personaje que animó la sesión del seminario y alrededor del cual se tejió la discusión y la mirada sobre el resto de la familia materna.

La primera pregunta que emerge es si el ser carnicero (tarea insulsa y devaluada socialmente) puede corresponder verdaderamente a un llamado imperativo, a lo que el narrador pone en palabras del personaje, una “irresistible vocación”? es como si de repente Dezsö se viera abocado a una especie de rapto extático, una “inspiración” en el que el ser ya no es dueño de sí y no puede sino seguir su destino, como una fatalidad. La conclusión es que si existe una tal vocación de carnicero, entonces Dezsö la tiene.

Sin embargo, no es tan simple como esto, posiblemente el contexto familiar y social juega un rol importante en esta decisión, es decir, el ser carnicero, puede llegar a ser una forma de resguardarse del intimidante gesto de aceptación o exclusión de una clase social excluyente en el que el reconocimiento y el estatus están determinados en gran medida por los oficios y no necesariamente por las posesiones materiales. Parece irremediable, “la lucha de clases aflora siempre en una familia”. No obstante, a los ojos del narrador, la manera sencilla y feliz como decide vivir su vida, parece justificar plenamente tal decisión. Dezsö es por tanto, “uno de esos hombres que sabía vivir su vida y se atrevía a hacerlo”.

Pero Dezsö no será el único tío materno que decide seguir su pasión por encima de las convenciones que le impone ese “deber ser” burgués. “La pasión vs la burguesía”, otro de los temas sugeridos para la discusión en el seminario.

Jenö, hermano mayor de su madre, quién por no poder ser músico, decide suicidarse “por pura desesperación”. Esta, que parece una decisión bastante radical, se explica por la vocación artística de la familia y en especial por la música, pues ésta constituye, en palabras del narrador “el elevado elemento vital en el que ellos se refugiaban”.

Ernö, era el menor de los hermanos, que tras dieciséis años de ausencia, sin mediar palabra, se presenta un día cualquiera ante la familia convertido en una leyenda, es otro personaje que causa gran asombro y admiración al narrador. Su amor por la libertad, lo llevó a abandonar una carrera militar que le garantizaría un lugar en la familia y en la sociedad. Tenía otros talentos, era bebedor, jugador, tocaba bien el piano, “era un alma revolucionaria” le apasionaban las matemáticas y la física; cuando le toco enlistarse en el ejército, se fue para la guerra como si se tratara de una “excursión”, llenó sus bolsillos de dulces y cigarrillos y sin ningún dramatismo, se fue sin volver la mirada para despedirse. Un día, habiendo terminado la guerra por su propia cuenta, al darse cuenta “de que su colaboración no servía para nada” y ante la mirada perpleja de todos vuelve a la casa, para irse a Suiza a fundar una orquesta. Pero no todo en su vida era un discurrir armónico, Ernö también se debatía con su propio destino; el narrador, sin ser explícito, deja entrever que este personaje mítico encarna también la contradicción. El narrador tendrá la oportunidad tener una de las experiencias más impactantes de su vida, cuando lo visita a su hotel en Suiza y se percata de que “existían dos mundos distintos: el de primera y el de segunda clase”; el narrador dice “pude ver la estructura de la vida”.

Este retrato familiar conduce la reflexión del seminario al primer apartado del capítulo donde de manera enfática e incuestionable el narrador señala el papel que juegan las diferencias de clase en cualquier vínculo afectivo y que con el tiempo determinan el fracaso y desajuste de toda relación. Es la “lucha de clases” el escenario que marca el devenir de la familia; tal vez de manera inconsciente, por lo que no se nombra, nunca es algo explícito. «La vida pasa en una especie de penumbra, entre palabras que quedan sin pronunciarse, gestos abortados a medias, silencios y temores: así es la vida en realidad».

Otros temas del seminario fueron:

1. La familia materna como el encuentro con el proletariado.

2. Burguesía vergonzante o las vergüenzas del burgués.

3. La pasión vs. la burguesía (la elección de los tíos maternos)

4. Los oficios familiares.

Las mujeres de la casa

La madre, las dos criadas y la señorita son las mujeres de la casa. Mujeres todas que contribuyen al establecimiento de la burguesía. Mujeres todas convocadas por un fin: la limpieza de la casa, la “higiene moderna” o la ausencia de polvo.

De estas mujeres el narrador no dice mucho, pero podemos ver que existe cierta manera de figurarlas y representarlas:

La señorita aparece como una mujer joven, humilde posiblemente tanto como las criadas, pero que en la jerarquía de la casa está a otro nivel, más alto.  La señorita es la encargada del cuidado de los niños, permanece con ellos, les arregla la habitación y los acompaña en la mesa a comer junto con los señores, pero con la condición de no hablar mientras el señor está presente.

Las criadas son jóvenes también, o al menos ingresan jóvenes a las casas.  Son las encargadas de la cocina y el aseo general. Frecuentemente con ellas se inician sexualmente los adolescentes, pero su condición laboral es deplorable.  El narrador asume una posición crítica, posición que hemos visto en otros asuntos referidos a esta nueva burguesía, diciendo que ahora a diferencia de antes las criadas son maltratadas y explotadas sin misericordia. Son estereotipadas de ladronas y llamadas por las señoras como las “enemigas pagadas”. En su reflexión el narrador también anota cómo los niños y las criadas parecen estar al mismo nivel en las casas: duermen en las peores condiciones de espacio  y no hay costumbre de higiene corporal.

La madre, ella es una presencia importante para el narrador.  La madre tiene como funciones el mantenimiento del orden, el establecimiento de la burguesía, el cuidado de todos los detalles más nimios, el ahorro y la sesión de la palabra y su prohibición.  La madre además cumple otro papel muy importante, es a través de ella que la literatura se vuelve más tangible; de una parte porque uno de los libros de la madre que destaca el narrador  es la contra cara del texto que estamos leyendo: Memorias de una socialista escrita por una mujer; y de otro, porque la madre obliga al narrador a leer un libro.  Ella es también quien les explica qué es y cómo funciona la burguesía, al menos a través de todos sus actos y quien a la vez la transgrede con prácticas como el baño o la compra de la mantequilla danesa que enfada tanto al padre.

Para terminar, algo que se aleja un poco del tema de las mujeres, pero que inquieta respecto del narrador: se siente un narrador burgués conservador quien se molesta y critica la nueva burguesía más liberal y moderna.  Se le nota ambivalente frente a ella. Al respecto, en la sesión surgieron dos preguntas: ¿La burguesía es consciente de los fines o su forma de ser la lleva sólo a ocuparse de los medios?,  ¿La clase concibe los fines, pero cada burgués lo sabe necesariamente?.

OTROS TEMAS PROPUESTOS PARA LA SESIÓN DE SEMINARIO FUERON:

  • El gusto literario
  • Los gustos burgueses
  • La formación de la identidad del burgués
  • La vida espiritual de la familia
  • La crudeza en la vida de la servidumbre
  • Un burgués en medio de burguesías
  • El niño transgresor