El espacio, tiempo y ritmo como funciones transformadoras de la subjetividad

“Dos jornadas de viaje alejan al hombre y con mucha más razón al joven cuyas débiles raíces no han profundizado aun en la existencia—de su universo cotidiano, de todo lo que él consideraba sus deberes, intereses, preocupaciones y esperanzas; le alejan infinitamente más de lo que pudo imaginar en el coche que le conducía a la estación”.

En este aparte se condensa el movimiento no solo físico sino existencial que Hans Castorp hace al dirigirse al sanatorio de Davos.

Como todo movimiento implica un punto de partida, un desplazamiento y un punto de llegada.

Del punto de partida apenas hay la insinuación de que se trata de “un joven que cuyas débiles raíces no han profundizado en la existencia”.

Contrariamnte el desplazamiento es detalladamente narrado. Y esto en cumplimiento de lo que el autor promete en las Intenciones del autor de ser meticuloso en la narración.

Esta meticulosidad se explica porque todo en Mann parece simbòlico, es decir, todo tiene un significado màs allá del evidente. Por eso su lectura puede hacerse en varios registros: tiene un registro literal y un sentido simbólico. En este caso, aquel detenimiento en el viaje, la descripción detallada del paisaje parece indicar además del paisaje mismo, la necesidad de poner tierra entre un yo y otro que va a configurarse en la Montaña.

Finalmente lo tercero: el punto de llegada, el sanatorio Berghof comienza a mostrarse como un lugar gobernado por otro régimen distinto al “del valle”.

Allá, por ejemplo  encuentra a su primo Joachim transformado, con un cinismo acentuado. Allá su cuerpo comienza a alterarse y a romper rutinas. Y algo fundamental: allá el tiempo sigue otro ritmo.

Quien evidencia esto es Joachim en la conversación del restaurante cuando celebra la llegada de Hans:

“(sobre la llegada)…Te aseguro que  para mì se trata casi de un acontecimiento. Supone un auténtico cambio, una especie de cesura, de hito en esta monotonía eterna e infinita”

En esta referencia al tiempo (la primera de muchas) Joachim parece referirse al tiempo mìtico de la monataña en oposición al tiempo de las contingencias del valle. Un tiempo con una vigencia existencial más que real.

De nuevo esta concepciòn del tiempo de Joachim resuena con las intenciones del autor cuando este situa su historia “(…)antes del gran vuelco, del gran vuelco que hizo tambalearse  hasta los cimientos de nuestra vida y nuestra cosnciencia (…) en un pasado antaño”.

En este “punto de llegada” además, habita la enfermedad y la muerte. Pero en estas primeras descripciones ambos temas aparecen como algo prosaico y sin gravedad filosófica. Ambos temas producen en Hans una risa “hasta las lágrimas”, como si siguiera aquella sentencia de Freud que sostiene que reírse es una forma de distanciarse.

A ese “Allá”, Hans  llega confiado de su salud, de su estadía acotada, de sus planes, pero el mismo lugar empieza, de manera sutil a disuadirlo, el paisaje comienza a modificarle el alma.

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