Los misteriosos hombres del Este

Al adentrarnos en la narración de ¡Tierra, Tierra!, el narrador nos propone desde su inicio, una mirada sin juicio, ni crítica, ni calificación de esos hombres soldados del Ejército Rojo, en vista de la dificultad del hombre occidental para entenderlos. Solo pretende constatar la imposibilidad para los de educación occidental de comprender a los rusos. En primer lugar llama la atención sobre su origen multiétnico (mongoles, cosacos, uzbecos, ucranianos etc.), y las diferencias y estratificación en las diversas razas. En segundo lugar precisa la dificultad para comprender los códigos de esos hombres que considera orientales y que por lo tanto le molesta el hecho de no poder predecir sus reacciones, contrastando con la realidad en las relaciones con otros hombres europeos. Por otra parte la paradoja entre la admiración a los escritores que profesan los soldados y oficiales rusos y su ignorancia casi total respecto a la literatura y de la cultura como tal (solo reconocen de oídas a Dostoievsky y Tolstoi, y parece que solo leen las imposiciones del régimen). A pesar de esto, su posición de escritor le permite sortear diversas situaciones e incluso guardar en su memoria elogios valiosos de simples soldados:”-Está bien porque si tú eres escritor, puedes decir lo que nosotros pensamos. Sin mirarme, salió despacio…..La carrera de un escritor no suele merecer muchos reconocimientos. Pero yo conservo esa frase como una condecoración muy especial.”

Para los rusos la narodni cultura, era una expresión casi mágica, y eso le servía para algunas veces lograr domesticar su fiereza. Pero nos llama la atención la presencia de juicios, la incapacidad del narrador de abstraerse de su emoción al ser parte de los vencidos o invadidos: a propósito de la cultura, nos dice: “… No sabían en el fondo lo que era exactamente, pero les interesaban y atraían todas sus posibilidades, la huida que se podía llevar a cabo con la ayuda de la cultura… ¿Huida de qué? Huida del yermo vacío de sus vidas”. En este punto se presenta una discusión acerca del compromiso del escritor y narrador con la situación, y que a pesar de tomar distancia al evidenciar su mirada descriptiva y desde otra época, no puede desligarse de la situación angustiosa del que esta siendo despojado, y si posiblemente la imagen del ejército invasor es simplemente eso: la de cualquier ejército invasor que arrasa, saquea, maltrata etc. y no propiamente la esencia de los rusos. Miramos sin embargo las diferentes descripciones y podemos concluir que para el narrador los rusos son diferentes: raros, extraños, infantiles, salvajes, nerviosos, tristes, imprevisibles, todo en ellos era incomprensible, incalculable e inaprensible. “..En todos los juegos que improvisaban había algo de hechicero, algo tribal, algo ritual; así que, cuando se ponían a jugar, también inspiraban miedo.”

Así también, es de alguna forma palpable que el narrador muestra las diferencias entre los hijos del totalitarismo, los que nacieron con el régimen, o simplemente entre los mayores de 40 años y los menores, presentando un poco de la nostalgia burguesa en los primeros. Si analizamos todo podemos inferir que realmente trata de ser objetivo y lo logra muchas veces pero que el diario cara a cara y la etnografía de la situación hacen que en veces emita juicios y críticas más bien originadas en su situación de húngaro invadido. Además es resaltado por el hecho de que en un principio habían tenido expectativas de algún modo positivas del ejército rojo en la medida que los liberaban de otra invasión, la alemana, cuya posición era claramente contraria. Aparece pues un sentimiento de decepción, que se desvanece por momentos cuando los considera superhombres como cuando menciona la habilidad de los cosacos, o la magnífica organización y jerarquía nuevamente incomprensible del ejército. Cabe resaltar el hecho de que Hungría había sido repetidamente vencida e invadida a lo largo de los siglos: turcos, alemanes, y ahora rusos.

El problema del saqueo es algo que preocupa enormemente al narrador, tal vez teniendo que ver con su condición de burgués y esa nostalgia del modo de vida que ha dejado de existir. Inicialmente el saqueo se fundamentaría en lo material pero luego el pueblo comprendería que lo que se pretendía era aniquilar su condición humana. Aquí el narrador utiliza su conocimiento posterior para comenzar a estructurar una crítica profunda hacia el sistema totalitario de la futura Unión de Repúblicas Soviéticas. Se hace sentir claramente el dolor y la nostalgia de Hungría y de la lengua húngara, su patria.

La ironía del narrador cuando menciona la situación cuando unos soldados dudaban de su oficio, al confesar que el tampoco estaba seguro si era escritor; nos lleva a una discusión sobre el ego del escritor, es decir como falsa modestia, pero podemos basarnos en la historia para afirmar que aquí no hay una pregunta por si es o no escritor, él ya es escritor, ser escritor no era su pregunta sino su salvoconducto.

Así como estudiamos a los misteriosos hombres del Este, el Ejército Rojo, podríamos terminar esta relatoría identificando a la Guerra como gran protagonista:

“Así son las guerras, siempre terribles, y las botas llenas de barro siempre acaban pisoteando los manuscritos de tierras extranjeras.”

Otros temas:

  • Los hombres prometéicos y sanjuanistas
  • Las situaciones de la vida a veces imitan las visiones de los artistas y la imaginación de los escritores
  • “Si tú eres escritor puedes decir lo que nosotros pensamos”
  • La duda de ser un escritor de verdad
  • El Ejército Rojo
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  • La ingenuidad del húngaro frente al invasor

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