Las mujeres de la casa

La madre, las dos criadas y la señorita son las mujeres de la casa. Mujeres todas que contribuyen al establecimiento de la burguesía. Mujeres todas convocadas por un fin: la limpieza de la casa, la “higiene moderna” o la ausencia de polvo.

De estas mujeres el narrador no dice mucho, pero podemos ver que existe cierta manera de figurarlas y representarlas:

La señorita aparece como una mujer joven, humilde posiblemente tanto como las criadas, pero que en la jerarquía de la casa está a otro nivel, más alto.  La señorita es la encargada del cuidado de los niños, permanece con ellos, les arregla la habitación y los acompaña en la mesa a comer junto con los señores, pero con la condición de no hablar mientras el señor está presente.

Las criadas son jóvenes también, o al menos ingresan jóvenes a las casas.  Son las encargadas de la cocina y el aseo general. Frecuentemente con ellas se inician sexualmente los adolescentes, pero su condición laboral es deplorable.  El narrador asume una posición crítica, posición que hemos visto en otros asuntos referidos a esta nueva burguesía, diciendo que ahora a diferencia de antes las criadas son maltratadas y explotadas sin misericordia. Son estereotipadas de ladronas y llamadas por las señoras como las “enemigas pagadas”. En su reflexión el narrador también anota cómo los niños y las criadas parecen estar al mismo nivel en las casas: duermen en las peores condiciones de espacio  y no hay costumbre de higiene corporal.

La madre, ella es una presencia importante para el narrador.  La madre tiene como funciones el mantenimiento del orden, el establecimiento de la burguesía, el cuidado de todos los detalles más nimios, el ahorro y la sesión de la palabra y su prohibición.  La madre además cumple otro papel muy importante, es a través de ella que la literatura se vuelve más tangible; de una parte porque uno de los libros de la madre que destaca el narrador  es la contra cara del texto que estamos leyendo: Memorias de una socialista escrita por una mujer; y de otro, porque la madre obliga al narrador a leer un libro.  Ella es también quien les explica qué es y cómo funciona la burguesía, al menos a través de todos sus actos y quien a la vez la transgrede con prácticas como el baño o la compra de la mantequilla danesa que enfada tanto al padre.

Para terminar, algo que se aleja un poco del tema de las mujeres, pero que inquieta respecto del narrador: se siente un narrador burgués conservador quien se molesta y critica la nueva burguesía más liberal y moderna.  Se le nota ambivalente frente a ella. Al respecto, en la sesión surgieron dos preguntas: ¿La burguesía es consciente de los fines o su forma de ser la lleva sólo a ocuparse de los medios?,  ¿La clase concibe los fines, pero cada burgués lo sabe necesariamente?.

OTROS TEMAS PROPUESTOS PARA LA SESIÓN DE SEMINARIO FUERON:

  • El gusto literario
  • Los gustos burgueses
  • La formación de la identidad del burgués
  • La vida espiritual de la familia
  • La crudeza en la vida de la servidumbre
  • Un burgués en medio de burguesías
  • El niño transgresor

La construcción del mundo por el niño narrador

La primera descripción/construcción del mundo circundante (compartido y propio) es realizada a través de la mirada del protagonista en su infancia. La voz del narrador no es necesariamente o siempre la de un niño, pero es posible aislar algunos elementos de esa construcción que pueden ser definidos como «construcción desde la infancia». Entre ellos cabe mencionar la búsqueda de la seguridad. Este parece ser uno de los rasgos característicos de la construcción del mundo por parte del niño, y quizás por esta razón, se privilegia en la narración los elementos o episodios que contribuyen a crear el sentimiento de seguridad en el niño. Un ejemplo puede ser el banco, «nuestro banco».

La voz del narrador no siempre coincide con la experiencia del niño, no siempre se trata de relatar lo que se «revive» de la infancia, sino que también se expresa una voz que reflexiona, que toma distancia y piensa la experiencia de la niñez, como por ejemplo cuando el narrador afirma que los «niños juzgan con rapidez y sin posibilidad de apelación».

En diversos momentos de la discusión se intentó responder a la pregunta «¿quién es un burgués?» o «¿qué busca un burgués?». Pero ser burgués no es necesariamente un «estado» sino un proceso (devenir), un anhelo, una búsqueda (de seguridad, de comodidad?). En apoyo a esta idea podría citarse el pasaje en el cual el narrador reconstruye en unos cuantos párrafos la procedencia de su familia: antiguos sajones que emigraron a Hungría, que sirvieron al emperador, pero que en su corazón se sentían o querían sentirse húngaros, y que por ello participaron activamente en la rebelión contra los habsburgos a mediados del siglo XIX, que cambiaron su apellido alemán (sajón) por uno magiar y que después de que la rebelión fue sofocada volvieron a su antiguo apellido alemán. De otro lado se encuentra la necesidad del hombre inmigrante de encontrar su posición en una clase social determinada. Quizás sea esto último lo que determine de un modo más fuerte la «búsqueda del burgués».

Otros temas propuestos:

  • La posición al mismo tiempo cómoda y rígida del burgués a comienzos del s. XX
  • La construcción de la visión del otro: los judíos y las mujeres
  • Las confesiones y mezquindades de un burgués
  • ¿Hay que «respetar la época moderna»?