El término fue acuñado por dos escritores, Ludwig Eichrodt y Adolf Kussmaul en algunas poesías satíricas publicadas por un diario de Múnich en 1855. En los inicios del siglo XIX se dio el nombre de Biedermeier a un sobrio estilo de muebles y de decoración típico de Alemania, y a continuación el término fue aplicado por extensión a cierta pintura y literatura del mismo período, caracterizadas por el sentimentalismo, el intimismo y por una bondadosa sátira del mundo pequeño-burgués.
El adjetivo bieder (sencillo), originariamente usado como sinónimo de íntegro, honrado, fue trivializado por los contrarios a la política de la Restauración al ser una característica polémica de la burguesía conservadora y “apolítica”; suponía una desvalorización política además de estética. Pero esta polémica desvalorización coetánea que se refleja en la historia de algunas palabras (por ejemplo, Biedermann), no es obligadamente equiparable con el denominativo de época literaria posteriormente utilizado. Éste está tomado de la historia del arte, que describía con él sobre todo la cultura de vivienda y moda burguesa de la primera mitad del siglo XIX. En la historia literaria se introdujo inicialmente como denominación genérica para la época, más tarde se limitó a las corrientes conservadoras de la burguesía.
El Biedermeier es expresión del retiro de amplios círculos de la burguesía políticamente decepcionada y excluida de la colaboración responsable en el Estado a la cotidianidad privada de la familia. Es un retiro resignado a la inactividad política, compensado por una nueva cultura familiar sensibilista, por un apartarse hacia actividades económicas reforzadas, y el recurso a ordenaciones tradicionales de valores. La conciencia de la contradicción entre la situación real y la exigencia ilustrada de emancipación política del burgués sigue viva. El Weltschmerz (dolor universal) que se escondía entre las proclamaciones literarias de silenciosa modestia y tranquila felicidad era prácticamente una moda de época, tanto más había de superar la literatura la fragmentación experimentada; el amor por las cosas pequeñas, por el detalle, tenía que consolar de la impedida participación en la responsabilidad pública.
El Biedermeier es también la época del nacimiento del vodevil (Karl von Holtei, 1798-1880) y de la comedia burlesca en Viena (Nestroy), Berlín (Kalisch, Angely), Hamburgo (Jacob Heinrich) y otras ciudades.